NEUROEDUCACIÓN - XVI JORNADAS FAMILIA Y COMUNIDAD - ENTREVISTA Y PONENCIA DE FRANCISCO MORA, DOCTOR EN MEDICINA
XVI JORNADAS FAMILIA Y COMUNIDAD -
ENTREVISTA Y PONENCIA DE FRANCISCO MORA, DOCTOR EN MEDICINA
La
entrevista comienza con la pregunta: ¿Qué es neuroeducación? El doctor Mora
responde que son los conocimientos de cómo funciona el cerebro al momento de aprender,
tomando en cuenta lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Es en otras
palabras, la interacción del cerebro con el resto del cuerpo y el ser.
Se
sabe que el doctor Mora es especialista en neuroeducación, y la define como el
funcionamiento del cerebro humano en un contexto psicológico, científico y
educativo, aunque aún no es algo que cuente con un reglamento académico.
Y
el punto clave de esta aproximación a la educación es que el cerebro necesita
la emoción para aprender. Todo lo que somos, lo que sentimos, lo que creemos,
lo que pensamos, lo que hacemos en el mundo es producto del funcionamiento del
cerebro. Por eso somos seres fundamentalmente emocionales y luego críticos y
racionales.
Con
sus nuevos descubrimientos, ha dado cuenta de que el cerebro trae códigos que
se expresan en tiempos diferentes a lo largo de la vida. Y sabemos que en
algunos de esos tiempos de desarrollo se puede aprender mejor que en otros, pero
sólo se puede aprender aquello que se ama.
Para
Francisco Mora, el objetivo no está en fomentar las emociones en el aula, sino
en enseñar con emoción. Por eso, un profesor excelente es capaz de convertir
cualquier concepto, incluso de apariencia ‘sosa’, en algo siempre interesante.
Ya
que, aprender es un proceso que ya viene programado genética-mente en el
cerebro de todos los organismos. Es la base de la supervivencia del individuo y
de la especie, como lo puede ser comer, beber o la propia sexualidad. Aprender
y memo-rizar en su esencia significa hacer asociaciones de eventos que producen
cambios en las neuronas y sus contactos con otras neuronas en redes que se
extienden a lo largo de mu-chas áreas del cerebro. Y, en su esencia, todos los
cerebros usan los mismos mecanismos neurales de aprendizaje.
En
el caso de un niño comienza a aprender desde el mismo momento del nacimiento,
si no antes. Aprende en los primeros años a través de esos mecanismos básicos
que son la imitación, la atención compartida y la empatía.
Un
papel trascendente, sobre todo en el aprendizaje de valores y normas. Los
padres, con su lenguaje, su conducta y, con ella, el respeto a ciertos valores
y normas, moldean, cambian la estructura física y química del cerebro del niño
de una forma casi definitiva y, por tanto, su futura conducta. El maestro,
colabora en ese proceso de manera esencial.
Lo
cierto es que en el ser humano la curiosidad, ese deseo de conocer cosas
nuevas, es el que lleva a la búsqueda de conocimiento no sólo en general, sino
en el contexto del colegio, las universidades o en la investigación
científica. Así pues los circuitos cerebrales que se activan ante ciertos
estímulos que encienden la curiosidad son aquellos que anticipan y adelantan la
recompensa, o si se quiere el placer, y por tanto residen en el sistema
límbico o emocional.
Hoy
sabemos que una buena educación produce cambios profundos en el cerebro que
ayudan a mejorar el proceso de aprendizaje posterior y el propio desarrollo
del ser humano. Hoy también sabemos la importancia que tiene proyectar mejores
escuelas con mucha luz, control de la temperatura y del ruido, es decir el
diseño del colegio mismo, lo que rodea su entorno y desde luego la cultura en
la que se vive. En este contexto, ya se empieza a hablar de la necesidad de
extraer los conocimientos que aporta la neurociencia cognitiva y la psicología
cognitiva y llevarlos a las aulas con la finalidad de aprender y enseñar mejor,
es decir, hacerlo de una manera más eficiente, nueva y diferente de como hasta
ahora se ha hecho utilizando nuevas estrategias.
Por
Neuroeducación, el doctor Mora básicamente entiende que debe cuestionarse ¿qué
sabemos del cerebro cuando aprende y cómo lo hace? ¿Qué sabemos del cerebro
cuando enseña y cómo lo hace? ¿Qué funciones cerebrales conocemos hoy
esenciales en la transmisión del conocimiento, es decir, aplicables a la
enseñanza? ¿Qué daños psicológicos cerebrales siquiera sutiles impiden o
dificultan el aprendizaje de los niños?
Son preguntas que todavía no se pueden
contestar con propiedad, pero sí esbozar algunas respuestas nuevas.
En
cualquier caso, hoy es bien cierto que la neurociencia comienza a aclarar los
ingredientes neuronales de lo que conocemos como emoción, curiosidad,
atención, conciencia, procesos mentales, aprendizaje, memoria y consolidación
de la memoria.
Por ejemplo, sabemos que lo que llamamos atención no es un
fenómeno singular y único sino que se refiere a procesos cerebrales diferentes
según los estímulos que se reciben y a los que prestamos interés. Conocer todos
esos ingredientes de la atención en términos neurobiológicos y educativos puede
ayudar a conocer los tiempos reales y los componentes reales necesarios para
poder adecuar las enseñanzas a cada edad y hacerlas más efectivas y eficientes.
DR. FRANCISCO MORA TERUEL: NEUROEDUCACIÓN,
CONGRESO DE ESPAÑOL DE HUEBER 2017
Esta
es una ponencia en que el doctor Mora define nuevamente la Neuroeducación como una
disciplina que promueve una mayor integración de las ciencias de la educación
con aquellas que se ocupan del desarrollo neurológico, y explica que surge de
la idea de que la sociedad va a asistir a un dramático cambio cultural. Desde
su punto de vista, en breve emergerá una nueva cultura que estará fundamentada
en la obtención de respuestas a través del profundo estudio del cerebro.
Francisco
Mora defiende que la Neuroeducación, como disciplina, pretende obtener el
máximo beneficio que nos pueda proporcionar el conocimiento sobre el
funcionamiento del cerebro, y aplicarlo en el ámbito de la enseñanza y el
aprendizaje. «El conocimiento del funcionamiento cerebral es la clave para
poder anclar sobre bases sólidas, y no sobre opiniones, lo que puede ser la
enseñanza en el futuro», afirma.
Uno
de los conocimientos claves que aporta esta nueva disciplina, es que por encima
de ser seres racionales, somos seres emocionales. Los estímulos del entorno más
próximo son captados por nuestros sentidos, pero es nuestro «cerebro emocional»
el que los etiqueta de buenos, malos, agradables, desagradables,… antes de ser
procesados por nuestro «cerebro racional». Por este motivo solo se puede
aprender aquello que nos causa sensaciones gratificantes, o en otras palabras:
aquello que amamos.
El
doctor Mora hace especial hincapié en que en la Neuroeducación todavía no
existe una fórmula o guía que indique los pasos para educar correctamente, pero
se están llevando a cabo estudios de relevante importancia en la Universidad de
Cambridge que van en esta dirección. Con todo, parece esencial que una de las
premisas sea que el maestro consiga hacer emerger la curiosidad de sus alumnos
durante el proceso de enseñanza, ya que la curiosidad es la herramienta que nos
permite captar la atención de los educandos.
Hoy
en día, debido a la cantidad de estímulos que los niños perciben de su entorno
social, ya no vale con pedirle al niño que te preste atención sin más. Ésta
debe ser evocada, y precisamente la Neurociencia está investigando para saber
qué áreas del cerebro se activan cuando se despierta la curiosidad (que no se
activa de la misma forma en cada individuo), y cuánto puede durar el foco
atencional de un alumno, en función de las diferencias cronológicas,
madurativas e individuales.
Hay
estadísticas que confirman que el 23% de los niños escolarizados requieren
asistencia. Esto puede tener su fundamento en que el estado emocional del niño
no sea el adecuado a la hora de aprender, debido a factores como su situación
familiar o social. Podrían realizarse programas de intervención en edades
tempranas, basadas en el conocimiento de la conducta del cerebro, para obtener
beneficios antes de tener que operar farmacológicamente.
El
doctor Mora desmiente algunos de los mitos relacionados con el funcionamiento
del cerebro como son los siguientes: Únicamente usamos el 10% de nuestro
cerebro. Esto no es cierto. Utilizamos todo el cerebro en su conjunto pero con
eficiencia distinta según el entrenamiento. Eso sí, empleamos el cerebro en su
conjunto, activando las zonas relacionadas con la función específica que vamos
a trabajar. Es importante desmentir este mito, ya que estudios recientes
verifican que el 50% de los maestros de nuestro país lo considera cierto, lo
cual es una creencia que limita las expectativas sobre las funciones cerebrales
del alumnado.
A
los 18 años el cerebro llega a su máximo desarrollo. Se considera que a esta
edad un individuo ya puede votar, emanciparse y tomar sus propias decisiones
porque ya ha desarrollado todas sus habilidades cerebrales. No obstante, la
Neurociencia nos ha desvelado que a esta edad todavía hay partes del cerebro
que no han madurado completamente, y algunas son tan importantes como las
relacionadas con los valores éticos y morales. La corteza cerebral no finaliza
su desarrollo hasta los 25 o 26 años, dependiendo de las características
individuales.
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